La carta de Ana. Una historia sobre el juego de la copa.
Me llamo Ana y tengo 15 años. He vivido desde siempre en un pequeño pueblo, La Laguna Seca. Rocío, Irene, Lucía, Pilar y Lidia eran mis cinco amigas de toda la vida. Nos conocíamos desde el colegio y nunca nos habíamos separado, lo hacíamos prácticamente todo juntas.
Todo pasó hace unos meses. Una tarde provocó que nuestra relación y nuestras vidas cambiasen completamente. A mi me daba bastante miedo todo lo relacionado con el más allá, la muerte o el espiritismo; sin embargo, a mis amigas esos temas les atraían mucho. Un día, al salir del instituto, Pilar nos convenció para practicar el juego de la copa esa tarde, en su casa, pues iba a estar sola. Yo no estaba muy por la labor pero finalmente accedí. Todas estaban entusiasmadas.
Esa tarde acudimos a nuestra cita. Yo temblaba, no lo voy a negar, y esperaba que todas las historias de espíritus que se comunican con los vivos a través de este juego… fuesen solo cuentos. Hoy por hoy no lo se, sólo se que ese juego lo ha cambiado todo.
Nos colocamos todas en círculo, alrededor de un tablero que creamos unos momentos antes con las letras del abecedario, los números y un vaso en medio que se suponía que debía moverse a un lado o a otro según la palabra que el espíritu que entrase en contacto con nosotros quisiese decirnos.
Comenzamos a invocar a los espíritus. Preguntábamos si había alguien ahí y no había respuesta hasta que, casi por arte de magia el vaso comenzó a moverse. Todas nos quedamos boquiabiertas, pues, quitamos el dedo de encima del vaso y seguía moviéndose rápidamente. Lucía se puso a escribir en una libreta la frase que nos mostraba este espíritu, que fue la siguiente:
- “ Tenía que avisaros. Os queda muy poco a las seis.”
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Por qué nos dices eso?- preguntábamos una y otra vez; pero no volvimos a obtener respuesta.
Recogimos nuestras cosas y nos fuimos corriendo de allí. ¿Qué había pasado? ¿Qué nos quería decir? ¿Muy poco? ¿Hablaba de la muerte? ¿había sido solo una broma pesada preparada por Pilar o alguna de las demás? Esos días nos alejamos un poco, asustadas por esas palabras. Estábamos asustadas y no nos atrevíamos a hablarlo entre nosotras. Me autoconvencía de que había sido una alucinación, una bobada, cuando de repente ocurrió: Lidia desapareció sin dejar rastro, sin decir nada a nadie. Todas estábamos atónitas y no entendíamos nada. Un mes después fue el turno de Pilar; faltó a clase y yo me temí lo peor. Efectivamente, no volvimos a saber de ella, desapareció igual, de un día para otro, sin dejar pista alguna. Un mes después Lucía se esfumó; al mes siguiente fue Irene y el mes pasado Rocío.
Nunca acudimos a la policía, no se qué hacer. Me deben de quedar unos días. Ya lo he aceptado. Sólo quería escribir mi historia para que todos la conozcáis y cuando os hablen de esas chicas que desaparecieron en La Laguna Seca, sepáis el horrible e inexplicable testimonio de una de nosotras. ¿Fue el juego? ¿Molestamos al espíritu equivocado? Nunca lo sabremos, pero por favor, no caigáis en el error en el que caímos nosotras.
Me despido con el consejo de que NO juguéis al juego de la copa.
Mucha suerte,
Ana.